3 cucharadas de aceite de oliva virgen extra y más para servir
1 cebolla amarilla mediana, finamente picada
2 dientes de ajo grandes, finamente rallados
Sal y pimienta negra
1 cuarto de una cucharadita de cúrcuma molida
340 gramos de espinacas tiernas frescas o espinacas descongeladas (no es necesario exprimirlas)
Media cucharadita de ralladura de limón y 1 cucharada de zumo de limón, más zumo al gusto
Instrucciones
Calentar el aceite a fuego medio-alto en una sartén grande (30 centímetros). Añadir la cebolla y cocinar, removiendo de vez en cuando durante 6 a 8 minutos hasta que se dore. Bajar el fuego a medio-bajo, añadir el ajo, espolvorear un poco de sal, remover y cocinar durante dos minutos aproximadamente hasta que comience a desprender aroma. Añadir la cúrcuma, remover y cocer durante unos 30 segundos hasta que desprenda aroma.
Añadir aproximadamente la mitad de las espinacas y subir el fuego a medio. Revolver las espinacas con la mezcla de cebolla de forma rápida y continua utilizando unas pinzas hasta que ambas se ablanden ligeramente y su volumen se reduzca. Añadir el resto de las espinacas, media cucharadita de sal y un cuarto de cucharadita de pimienta negra. Remover y cocer entre 3 y 5 minutos hasta que las espinacas estén blandas y el líquido se haya evaporado. Aumentar ligeramente la intensidad del fuego si las espinacas sueltan demasiada agua. Pasar la mezcla de espinacas a un bol y enfriar a temperatura ambiente.
Añadir a las espinacas enfriadas el yogur griego, la ralladura y el zumo de limón. Remover bien y añadir sal al gusto. Si la mezcla está demasiado espesa, diluir con más yogur normal, echando una cucharada cada vez. Probar y añadir más sal y zumo de limón si es necesario. Cubrir y refrigerar durante al menos 2 horas y hasta un máximo de 24 horas. Remover para mezclar, rociar con aceite de oliva y servir.